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EMPECEMOS A HABLAR DE IMAGEN PÚBLICA


La imagen es lo que objetivamente corresponde a la realidad, pero también lo que se transmite, o lo que se aparenta.

A principios del siglo XX, podíamos afirmar que en términos de opinión pública, la imagen equivalía a la opinión, no en el sentido de percepción, sino como reputación, aprecio y consideración general de los otros.


Recorriendo sus inicios, Nicolás Maquiavelo, escribió el primer tratado moderno sobre imagen pública, remitiéndose a ese viejo precepto que hay que evitar todo cuanto aquello sea del mal gusto o desentone y obviamente, trasladando al tiempo actual, es lo ha evolucionado a “crear imagen”. Los factores que contribuyen a formar imagen van desde cualquier acción, gesto o manifestación; simbología, acciones ejecutadas en los ámbitos públicos y privados.


Cuando queremos entrar en el campo actual, donde hay un sin número de conceptos, que los usan de acuerdo a la conveniencia, es necesario recordar que la buena imagen radica en la dignidad en todas las circunstancias, sean éstas favorables o no.


La imagen pública no es un objeto o una cosa material que se encuentran en el espacio exterior, sino una representación mental, o un fenómeno imaginario. La imagen se construye, y sobre esta premisa los consultores desarrollamos estrategias para crear el perfil profesional o la imagen pública o corporativa que nos encargan. Por lo general la mayoría de las personas suelen asociar a la imagen pública con un político o un funcionario de Gobierno, pues no es así.


La imagen pública, está ahí, exhibida en una vitrina para que cada uno tenga su propio concepto. Sin embargo, eso es lo que debemos evitar. La imagen pública debe ser pulida, direccionada, analizada y proyectada. Profesionalmente hay muchos procesos que seguir y varias alternativas. Me gustaría tratar en la próxima edición sobre el posicionamiento de la imagen.

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